The little things i'll love to know [Dianne M. Van Ewen]

El sol estaba escondido tras grandes masas de vapor que amenazaban con desatar una gran tormenta, se podía escuchar el pequeño tronar de los rayos que se preparaban para desatarse en cualquier momento. En lo particular, no le molestaba la lluvia: En la ciudad del cielo jamás había tal cosa… Aunque había escuchado ciertos rumores de que la lluvia en Nuevo Londres era tóxica, ¿Pero que en esa ciudad no lo era? En cualquier caso, posiblemente lo descubriría ese día.


Las puertas del “The Rose” estaban cerradas, mientras el altavoz mencionaba que no despegarían debido a la posible lluvia por lo que invitaban a todo habitante del dirigible regresar a este, Cosa que no iba a pasar. No había esquivado  la vista de su padre ni engañado a las empleadas de su madre para regresar derrotado al maldito dirigible. –No, yo regreso después.- Aunque seguramente su padre se daría cuenta y lo mandaría a buscar con quinientos androides y luego estaría confinado en su habitación hasta que las raíces de su cabello se hiciesen blancas. –Como sea, quedándome parado no lograré nada.-


La suela de sus zapatos chillaba ante el contacto del suelo como si se quejase de lo sucio este era, haciendo algo parecido a un ritmo quejumbroso al caminar que le parecía hilarante: ¿Acaso hasta sus propios zapatos se quejaban de ese lugar? Negó con la cabeza. Es verdad que cuando bajo por primera vez tenía sus propias expectativas: Esperaba un lugar más deplorable y lúgubre, como una novela que leyó alguna vez, donde el protagonista huía de todos los habitantes de Nuevo Londres debido a una bacteria que se encontraba en el aire, los había vuelto caníbales de un día para el otro. Sonrió. Honestamente, recordaba que siempre bajaba cada que podía para comprobar que los habitantes de dicho lugar se habían vuelto caníbales, ¿Pues quien no deseaba convertirse en un héroe de novelas?


Pero bueno, ese no era su cometido esta vez, no, no, no; El venía por un botín mayor que él de ser infectado con alguna bacteria: El venía por un disco, el disco. Soltó un suspiro mientras recordaba aquella bella melodía: Al principio las notas del violín eran lentas como si suspiraran sobre las teclas del piano que aún permanecía dormido, hasta que los suspiros se volvían gritos de alabanza…


Se golpeó con el puño en la frente. No era momento para fantasear: Simplemente debía de encontrar el nuevo sitio del que había oído hablar en la universidad, sobre un antiguo músico que ahora vendía sus “insulsas” notas. Sus labios se torcieron instintivamente: Ninguna melodía era insulsa. Tragó saliva mientras bajaba del puente dirigiéndose al centro de la ciudad, buscando de reojo a cualquier persona que no viese a los habitantes del dirigible como una plaga, cuando sus ojos se encontraron con los de una bella mujer.
 
Sonrió, a ella le preguntaría.
Se acercó a ella con el ceño fruncido intentando disimular su nerviosismo: No era lo mismo hablar con un Nuevo Londinense que con un aristócrata: Prácticamente por que los Nuevo londinenses te apuñalaban a cada palabra. –Eh, disculpe, Buenas Tardes.- Llamó su atención con una sonrisa en un intento fallido de esconder lo incómodo que se encontraba. ¿Pero de qué manera iba a llegar a la tienda del música si no era preguntando?

El día era frio y se podía percivir con mas fuerza el olor de los metales oxidados, la lluvia pronto caería sobre las calles pobladas de New London, mi mirada azulina veía atravez de la ventana mi trabajo había terminado temprano pues había llegado una enfermera nueva y estaba en entrenamiento, a mi la verdad no me importaba mucho pues yo podía trabajar donde quisiera y así era siempre, podía estar en el pequeño hospital o andar por las calles ayudando a los desamparados.  Di media vuelta para ver mi hogar, aquel que lo ha sido por mas de cuatro años desde que hui de mis raíces, camine hacia un rincón para tomar un paraguas y tomar mi bolso, iria a ver a una familia en la zona mas pobre pues hace unos días uno de sus niños había enfermado, mi preocupación era grande pues en días como estos mucha gente enfermaba.

El cielo cubierto de nubues oscuras ocultando los rayos del sol era visible para todos, un día lluvioso o quizás dos, cerrela puerta tras de mi para abrir mi paraguas y bajar los pequeños escalones tocando la acera y empezar mi caminata, vivía sobre una zona céntrica y poblada, cerca de casi todo y eso me ayudaba mucho para saber lo que pasaba a mi alrededor, me detuve en un puesto para comprar un poco de fruta… la poca que había, hoy en día era mucho mas difícil conseguir alimentos, no como en The Rose… en ese lugar había de todo, lo mejor para los mejores. Solte un suspiro para sonreir al vendedor y seguir mi camino.

No había avanzado mucho cuando me detuve en el área central donde estaba el puent vertical, lo mire fijamente viendo que el Globo aun seguía en tierra, ladee un poco mi paraguas y mire el cielo, no había condiciones optimas para que subieran, almenos no hasta que la lluvia y el clima mejoraran pronto, mire una vez mas aquel Puente Vertical para caminar unos pocos pasos cuando la voz de un hombre me detuvo, gire mi torso un poco para alcanzar a ver a un joven con porte, una mirada rápida al puente y supe que el pertenecia a The Rose, ¿Cómo lo sabia?... fácil yo era uno de ellos, le sonreí para hacer una leve reverencia con educación – Digame… ¿En que puedo ayudarle?—dije con tranquilidad para mirarle fijamente persiviendo su nerviosismo, le sonreí mostrando mi blanca y perfecta dentadura para acercarme un poco mas dandole confianza a que hablara sobre sus dudas.

No es que no quisiera estar mucho tiempo con el joven, pero yo una vez vivía en The Rose… la gente me llego a conocer, estuve prometida con uno de los hijos del Parlamento, mis padres eran gente conocida en aquel lugar que vivian en los cielos, mi vida ahora era muy distinta a como lo era antes de bajar y mezclarme con la gente… No debía confiar mucho en el chico, sin embargo mi curiosidad me invadia y quería saber el por que de su presencia entre los desafortunados ¿Qué lo traía hasta aquí? Esa era mi pregunta principal y estaba segura que pronto lo iba a averiguar.

Bueno, era una buena señal que aquella mujer no le haya apuñalado con la mirada… Ni con alguna navaja escondida en su ropa. No es como si hubiera vivido aquella experiencia, pero había escuchado a muchos de sus compañeros quejarse de aquellos salvajes; Pero recordaba también que demostraban sus heridas a cualquier doncella con la que tenían intensiones de relacionarse, no es que él fuera diferente: le gustaba pavonearse de las situaciones que lo hacían parecer más interesante…  Pero ahora que veía de retrospectiva, se daba cuenta  de lo imbécil que había sido. 
 
Se arregló la corbata y se tiró el cabello hacia atrás soltando un suspiro, era verdad que le ponía de nervios hablar con las personas de abajo, sobre todo por las miradas curiosas y juzgantes de las personas que se encarrilaban hacia su amada ciudad. Se aclaró la garganta. –Oh vaya, no se usted pero me siento la reina Katalina.- murmuró rascándose la nuca.- Creo que  lo mejor será que nos alejemos del lugar, ¿No cree?- le dijo amablemente con una sonrisa, señalando con su mirada los curiosos que los observaban.
 
No era tan bueno ser el hijo de un Duq que abiertamente afirma querer un lugar fijo en el Parlamentum, todo el mundo sabía quien era. Aunque una vez que se fijo bien, las miradas no estaban precisamente en él… Y las que estaban en él, eran los hombres que su padre siempre contrataba para capturarlo. Gracias al cielo había tantas personas subiendo al The Rose que se les dificultaba llegar hasta donde estaba él.
 
-Oh, mire, parece que debemos avanzar. - le dijo amablemente, empujándola con suavidad por la espalda, guiándola grácilmente hacia un grupo de personas, en un intento de perderse.- Le recomiendo que no vea hacia atrás.- le susurró intentando no sonar muy sospechoso.- Vengo en una misión especial.-declaró guiñándole el ojo.- Pero unas personas muy malas están detrás de mí, así que, si conoce una manera de deshacernos de ellas, estaría más que encantado de escucharlo madame.-

20/07 ■ 12:47 ■ Puente Vertical ■ Dianne M. Van Ewen