Lies, betrayals and truths ▲ Trama Express

Los anarquistas acababan de despejar la zona. Me gustaba reunirme con ellos en ese lugar por varios motivos. Primero, por cuestiones de seguridad: nadie nos buscaría en las ruinas de New London. Luego, porque me impresionaba pensar que la estructura insegura y cubierta por el óxido de los años había estado en funcionamiento mucho tiempo atrás, dando vueltas sin parar. Había visto algunos dibujos de artistas tan errantes como yo que con trazos algo torpes y desdeñados plasmaban la majestuosidad del London Eye. Aunque déjame contarte un secreto: hace varios meses encontré una fotografía arrugada en un charco, aquí en este mismo lugar. La escondí y de vez en cuanto la miro, estimula mi capacidad de recordar algo que jamás he vivido. El último motivo por el que me gusta estar aquí es porque me inspira. Así que mientras me aseguraba de que ya no quedaba ningún colega que pudiera entorpecer mis momentos de tranquilidad, me ocupaba de buscar algún lugar en el que pudiera acomodarme. Finalmente tomé asiento en un cubo metálico que estaba del revés y crucé las piernas, esperando encontrar en el horizonte algo nuevo.

El Támesis se retorcía juguetón por la ciudad, reflejando en sus aguas de color cobrizo los edificios que siguen en pie. Inevitablemente me pregunté cómo debía ser antes de la Gran Guerra, antes siquiera de que alguien pudiera prever lo que iba a ocurrir. Seguramente los monumentos se alzarían poderosos y amenazantes, las calles no estarían desiertas como lo están ahora y la noria gigantesca al otro lado del río seguiría girando sin detenerse un solo instante. Bajé la mirada al suelo un momento. Bajo las suelas de mis zapatos había una mezcla de lodo, grava y polvo. Me agaché y con el dedo índice dibujé la reina de corazones, idéntica a la que llevaba tatuada en el muslo desde hacía años. Una brisa de aire fresco me sacó de mis cavilaciones, recordándome que aquel no era un lugar seguro para una radical, y todavía menos para una radical que se dedicaba a trasmitir ideas revolucionarias de forma encubierta. Me puse en pie y miré una última vez el London Eye. Acaricié la idea de trepar, subirme y ver la panorámica desde arriba, pero lo descarté enseguida por razones obvias.

Empezaba a alejarme del lugar cuando escuché pasos. Un murmullo. Risas. Me escondí detrás de una casita de madera abandonada y espié, apartando un par de tablones. Una chica alta y rubia andaba con torpeza entre los escombros y a su lado un hombre. Cuando mi mirada descansó en su rostro, una alarma se activó en mi cabeza. Había algo que no encajaba. ¿Qué hacía él con esa muñequita aristócrata? Una sensación de desengaño se apoderó de mí. ¿Y si nos estaba utilizando? ¿Y si en realidad no era nuestro aliado sino un topo? Salí de mi escondite, cegada por aquel arrebato de irritación y me acerqué a ambos sin ningún temor. Tenía ganas de preguntarle qué hacía con esa allí, sin embargó creí que sería mejor que él mismo lo explicara. Esbocé una sonrisa insolente y puse los brazos en jarras, esperando algún tipo de justificación o de respuesta. En mi mente unas cuantas palabras se balanceaban fanfarronas: traidor, mentiroso, desleal, conspirador. Y antes de darle tiempo a explicarse, me coloqué frente a la princesita, más cerca de lo que debería. Me mordí la lengua, tentada a usar la fuerza para apartarla, sin embargo no lo hice. En vez de eso, introduje mi mano derecha en el bolsillo de la chaqueta discretamente y palpé la navaja que siempre llevaba conmigo. Con una mirada rápida al tipo, enseguida supe que Derlian conocía mis intenciones.

Muy temprano por la mañana Elle había amanecido con la loca idea de dar un paseo por las ruinas, si en nuevo londres había sentido algo así como una necesidad por hacerlo aunque no sabía muy bien el porque, tampoco le importaba simplemente iría a dar una vuelta como las que solía hacer por the rose y volvería a casa a la hora del té para acompañar a su madre, seguramente después leería un libro antes de dormir y así hasta el otro día a ver que le esperaba. Mientras transcurría el almuerzo en casa, aprovecho de conversar con su madre y decirle de sus intenciones por ir a aquel lugar que había pensado en la mañana, la mujer no estaba del todo de acuerdo con eso pues si bien sabía que a su hija no le pasaría nada tampoco se confiaba de ello y autorizarla para partir era mucha preocupación. La rubia siempre supo a la perfección el como conseguir las cosas por muy difícil que estuviera por lo que recurrió a una de sus tantas técnicas de convencimiento para su adorada madre.

Veinte minutos más tarde, Elle se encontraba en su habitación arreglándose un poco y llevando consigo una pequeña bolsa con unas cuantas cosas que solo una mujer como ella podría necesitar así que no le preocupaba el que le robaran o algo por el estilo pues no le encontrarían utilidad alguna más que ella misma. Finalmente cuando termino, salió y se despidió de su madre aprovechando de escuchar los consejos de esta, sonrió dulcemente para ella y salió por aquella puerta tan ancha de entrada que daba a un jardín hermosa y perfectamente cuidado por aquellas personas que le gustaba trabajar las plantas; Se tomó ligeramente el vestido para no mancharlo mientras caminaba hasta poder salir del gran jardín ahora. Para su sorpresa podía distinguir al final del camino a una figura, una sombra de un alguien que por desgracia se le hacía familiar, entonces fue en ese momento que se replanteó la idea de ir a tomar el paseo, pero al detenerse y mirar atrás ya había recorrido lo suficiente para salir y devolverse quedándose también con las ganas no era un opción, así que sin más continuo su camino, mirando siempre al frente hasta el momento de cruzar con esa persona que ella ya había adivinado. A pesar de la indiferencia de ella hacía él, logro escuchar como se ofrecía en una especie de escolta para acompañarla hacía donde iba, entre ir sola e ir con él y jugarle alguna mala broma, el panorama claramente cambiaba a su favor por lo que a pesar de no estar muy de acuerdo acepto su "amabilidad" que por alguna razón sentía que se la cobraría en algún momento.

El camino se hacía corto con una compañía había que reconocerlo, también se sentía un poco, solo un poco más segura aunque aquello no se lo reconocería jamás de los jamases. Siguió caminando, sin decir ni una palabra en todo el trayecto, sumergida en muchos pensamientos y en cosas que no debería estar pensando. Poco a poco se fueron adentrando en las ruinas, en lugares muy lúgubres para ella a comparación de lo que todos los días la rodea en The Rose; Su vestido no encajaba con el lugar ni mucho menos sus zapatos que e comenzaban a dar problemas, pero por más que fuera así por nada del mundo siquiera se le pasaría la idea de quitárselos y seguir. Suspiro un par de veces encontrando así una tranquilidad interior por tan genial idea que se le había ocurrido pero continuó su paseo junto a su prometido, vaya palabra.  

El día transcurría y ya se podía apreciar como el atardecer una inundando el lugar, poco a poco el sol se fue ocultando, mientras Elle trataba de encontrar una buena ubicación para no perderse aquel espectáculo el cual era acompañado por una briza algo fría; Derlian le ayudaba de soporte, lo aprovecho para afirmarse un poco para no caer en los intentos de poder mirar así como también en los intentos de dar pasos toscos por el suelo tan mal tratado del lugar. -Debí mandar a poner alfombra roja para venir.- comentó como si nada a él sin mirarlo para no distraerse. Sonrió cuando lo vio por un segundo y se sonrojo de inmediato pues no entendía porque lo había hecho. Se soltó pero camino a su lado con la boca bien cerrada.  Todo iba bien hasta el momento que la rubia sintió un ruido que no provenía de ellos, se detuvo y miro por todos lados sin encontrarse con nada, pero al momento de girar al frente de un salto puso un pie atrás al ver a un chica más cerca de lo que gustaría. La miro de arriba, abajo, claramente no era como ella por lo que la alerto; De una mirada noto que entre Derlian y aquella chica atrevida algo pasaba, lo podía notar en sus miradas y por cierto en lo incomodo y pesado que se estaba poniendo el ambiente. -Ten cuidado de como te me acercas... tú- le dijo sin quitar la vista de la chica a la cual ya había reconocido a que bando es que pertenecía. Podrías quitarte de mi camino, por favor- fueron las amables palabras que tenía hasta ahora. Esperaba que se fuera, pero no al contrarió, algo se tramaba, estaba claro que algo pasaba.